Ferro C. Oeste 1 Instituto 1
Instituto supo cambiar a tiempo y se llevó un punto ante Ferro
Reacción. En el empate ante Ferro, el Albirrojo dejó una buena señal al sobreponerse a la adversidad. Con soltura y juego asociado, revirtió su imagen en el complemento y casi lo gana.
El 1-1 que Instituto recogió anoche de la cancha de Ferro se compuso de dos partes totalmente diferentes entre sí. La del primer tiempo fue demasiado parecida a lo que la Gloria ha venido entregando en estas primeras ocho fechas del campeonato.
La del segundo, en cambio, resultó una versión muy mejorada y esperanzadora en términos de lo que habrá de venir en el futuro mediato e inmediato.
¿Qué modificaciones se produjeron para que aquel equipo estático, sin circulación de la pelota y sin peso casi en ningún sector del campo de juego haya mutado a otro que se amigó con el balón, movió mejor sus hombres sobre el terreno y en no pocos pasajes superó claramente a Ferro?
¿Por qué de arrancar perdiendo con un gol de Marcelo Berza a los 4 minutos de juego a la salida de un corner, Instituto pasó primero a equilibrar el trámite, luego a empatarlo con el gol de cabeza de Javier Velázquez a los 13 minutos y a punto estuvo de poder ganarlo?
En principio, tanto los jugadores como el técnico Darío Franco reconocieron que el primer tiempo había sido malo. Y que había que borrarlo. Para eso, se cambiaron la actitud y el juego. Hubo más soltura en el medio, donde Gonzalo Piermarteri se dedicó a jugar libre y no tan amarrado a la derecha como lo había hecho hasta allí y Maximiliano Correa pareció ganar en confianza.
También se mejoró la conexión entre Federico Vismara y Javier Velázquez, demasiado obligado hasta allí a recibir de espaldas al arco de Ferro. Con esas variantes, entonces, se cambiaron los roles: de dominado, Instituto pasó a ser dominador. Los “verdolagas” recorrieron el camino inverso.
Llamó la atención que tras haber alcanzado el empate, Franco sacara primero a Vismara y luego a Velázquez y pusiera a Christian Bernardi y Marcos Aguirre.
Pero esas variantes (como la de Santiago Biglieri por el inexpresivo Nicolás López Macri) no resintieron la estructura. Más bien la potenciaron. Con un esquema diferente que el inicial (del 4-3-3 se pasó a un 4-2-2-2), Instituto no perdió control del juego ni agresividad.
Lejos de conformarse con el 1-1, buscó la victoria. Y la rozó con un cabezazo apenas desviado de Pablo Burzio y un remate de Biglieri que “el Loco” Carranza mandó al corner. Instituto se lavó la cara a tiempo. Supo cambiar cuando había que hacerlo. Acaso, eso fue lo mejor que hizo cuando caía la noche sobre el barrio de Caballito.
Domingo 30 de septiembre de 2012, 11:27