LA SUPERACIÓN EN EL FÚTBOL: La historia de Wilson Ruarte
El cielo puede esperar
Wilson Ruarte sufrió un accidente automovilistico muy grave que puso su vida en riesgo. Perdió un brazo y su columna quedó muy frágil. A cuatro meses de lo acontecido volvió a entrenar pensando en volver a jugar.
En el tercer escalón de la platea sur de la cancha de Del Bono, estamos sentados. El sol pega, pero no con tanta intensidad. Subir hasta allí me cuesta un poco, a él: nada.
Siento que en mis primeras palabras me quiebro. Es que verlo caminar alrededor del campo de juego con el Yesi (utilero del club) me conmueve.
Hace exactamente cuatro meses me enteraba por un mensaje de la peor noticia. No entraba en mi cabeza que Wilson Ruarte, el defensor que vi jugar algunas horas antes estaba al borde de la muerte. Aquel lejano 16 de Agosto que marcó la vida del jugador de Del Bono hoy parece solo una anécdota para él.
“Del accidente de lo único que me acuerdo es que me encandilaron y no supe mas de mi vida. Me desperté cuando me estaban por hacer una traqueotomía. Fue muy duro. Fue complicado. Difícil de superar, pero no imposible. Cuando pude tomar conciencia de lo que pasó me propuse salir adelante. No lo hice solo. Tuve gente a mi lado que me ayudó, pero lo más importante es que Dios me ayudó para darme cuenta que mucho dependía de mi” comenzó contando Wilson con mucha naturalidad.
El martes volvió a Del Bono para moverse de a poco. Las secuelas de su operación en la columna son importantes y requieren de mucho cuidado en su recuperación. Su pulmón que fue castigado con el golpe, mas las distintos traumatismos internos que tuvo los ha ido superando. Tampoco tiene el brazo derecho, que le fue amputado el mismo día que entró a urgencias del Hospital Rawson ya que no hubo posibilidad de salvarlo. “Desde el primer día que supe que no lo tendría más al brazo, me mentalice que debía empezar una nueva vida y acomodarme a eso. No escribía con la mano izquierda y me tuve que acostumbrar. Todavía no me sale rendondita la letra pero va mejorando, jajaj”.
No pasaron más de cinco minutos de la charla y me doy cuenta que Wilson es un hombre con mucha fortaleza. Perdió mas de 15 kilos, también masa muscular pero no aflojó. “A los dos meses de internado me puede parar al lado de la cama. Parecía un bebé, tuve que aprender a caminar de nuevo. Mi debilidad en las piernas y el problema de la columna era lo más complicado y doloroso. Hoy todavía me duele un poco, pero no puedo darme el lujo de detenerme. Los médicos que me vienen siguiendo dicen que la evolución va muy bien. En los primeros días de diciembre me tengo que hacer los estudios para ver como está la columna. Por lo pronto me han autorizado para hacer bicicleta y caminar un poco” continuó relatando el caucetero Wilson Ruarte.
Hay pilares en su vida, en los que se apoyó para salir a jugarle de nuevo a la vida. Su hija Liz, su esposa Eliana, su madre Margarita y su padre Jorge, junto con sus hermanos María José, Valeria, Anabela y Carlos mas sus amigos Lucas Cortez y Ramón Abila, han sido determinante en su recuperación. “Mi mamá me contaba todo los mensajes de apoyo que tenía en las redes sociales. Allí me di cuenta que tan mal no hice las cosas. Por todos ellos, tampoco me podía quedar a llorar en una cama, lamentándome de no tener un brazo. Al contrario eso me sirvió para ponerme como objetivo volver a jugar. A mis 27 años todavía me siento con ganas de jugar y creo que antes de un año voy a estar de nuevo jugando” anticipó con entusiasmo Wilson.
En estos cuatro meses, solo él sabe lo que vivió. Solo él sabe lo que es pelear por cumplir con una meta. En este tipo de situaciones, cuando la vida está en juego cuesta ser fuerte y Wilson fue un roble “Mi hija me puede, pero volver a la cancha y estar acá con mis compañeros me hace feliz. Yo siempre fue muy jodón y hacía muchos chistes. Hoy me lo hacen a mi. Me río de todo y lo tomó bien. No tengo el brazo, pero tengo vida y pienso cuidarla. Todavía tengo mucho por hacer. Yo empecé a jugar en Caucete y no tenía para pagar una cuota de de un club. Tuve la suerte de hacer una carrera y poder llegar a un Nacional B con San Martín, es una clara muestra que se puede. Por eso cuando entrenó a los chicos de la escuelita Los Cuervitos les digo que no deben dejar de entrenar porque un día van a llegar. Yo no puedo quedarme, debo ser el ejemplo para ellos”, contó Wilson, que desde hace un par de años tiene una Escuelita de Fútbol en Santa Lucía junto con su amigo y cuñado Lucas Cortez. “Cuando volví a ver a los chicos fue una alegría enorme, compartida de ambos lados. Eso también me ayudó mucho a salir adelante”.
Wilson Ruarte estuvo al borde de la muerte. Perdió el brazo derecho. Estuvo dos meses postrado en una cama. Aprendió a caminar de nuevo. No se fue, porque todavía tiene mucho por vivir y entre los objetivos está en volver a una cancha y jugar. Ese será el golazo de su vida.
FUENTE: SERGIO ANDRADA (DIARIO EL ZONDA).
FOTO: ROQUE QUIROGA (DIARIO EL ZONDA).
Sábado 18 de noviembre de 2017, 03:04