Florentino Ameghino de Comodoro Rivadavia en el TDI 2013 con Alexis Cabrera en sus filas
Alexis Cabrera, el ex jugador de San Lorenzo que hoy trabaja como petrolero
Nacer en un lujar alejado de las grandes urbes, a más de dos mil kilómetros, donde el viento sopla y “corta las carnes”, como dice una canción, elegir la gran ciudad para hacer una carrera profesional y luego regresar al origen es lo que eligió Alexis Cabrera, ex jugador de San Lorenzo, hoy trabajador petrolero en Comodoro Rivadavia.
Por Franco Córdoba, enviado especial - www.telam.com.ar - Gentileza de Hugo Amaolo
En diálogo con Télam, el “Chino” cuenta su vida, inversa a la de aquel niño que soñaba con jugar en Primera División en cualquier lugar del país y luego estudiar o trabajar.
“Siempre que dan un partido lo veo, me pongo a recordar. Es lo que amo, amé y siempre quise de chico. Estar cerca del profesionalismo se extraña”, comentó.
“Recuerdo las concentraciones, los entrenamientos, los trabajos que hacíamos en las prácticas. Pero hoy me encuentro en otra parte, sigo jugando pero no tan profesional como antes”, agregó.
El ex San Lorenzo ahora trabaja en una empresa petrolera, tras asentarse por razones familiares en Comodoro Rivadavia y ahora pasa su vida entre la actividad industrial y el fútbol, jugando para el Club Atlético Florentino Ameghino (CAFA) de la liga local.
“Llegué al CAFA por medio del presidente Ángel Capurro, quien me ofreció la chance de trabajar a cambio de pertenecer a la institución y acepté. La verdad es que le agradezco mucho a él y al club por cómo se portaron conmigo”, aseveró.
“Los primeros meses fueron duros, tuve que irme del profesionalismo y me costó decidirme, aunque cada vez lo asimilas más, pero el petróleo me da cosas que el fútbol no, como el bienestar para mis hijos, hasta que quien dice termine jubilado”, reconoció.
El marco de los partidos para Cabrera no son los que él acostumbró a disputar, con 20 mil o 30 mil personas en una cancha y “eso se siente, se extraña, nunca se reniega pero es diferente”.
“La gente (en CAFA) por ahí ve el partido desde el auto y yo estuve siempre acostumbrado a los insultos, a manejar diferentes presiones. No digo que esté bien ni mal, es distinto. Hoy tengo otra vida y debo asimilar que no estoy en el profesionalismo”, relató el campeón de la Copa Mercosur de 2001 y la Copa Sudamericana de 2002 con el club de Boedo.
Cabrera hoy trabaja y si bien no siempre está en el campo como muchos de sus compañeros, aprende día a día el sacrificio de muchos colegas que sufren el frío, la nieve, el viento en una actividad que “no es para cualquiera”.
“Cuando empecé estaba en mantenimiento de las casillas o tráileres, donde los compañeros comen o duermen en el campo. Yo me dedicaba a hacer el mantenimiento y ahora manejo una autoelevadora o “sampi”. Hago un turno diario donde termino a las 19 y me queda justo para ir a entrenar”, comentó.
El ex Olimpo de Bahía Blanca, Talleres de Córdoba, entre otros clubes, cuenta que a veces se obnubila pensando mientras trabaja, sobre lo que fue su vida de futbolista profesional y a veces que todavía podría “estar jugando en algún equipo de Primera”.
“No le di tanta importancia a la palabra “ex” porque me sigo sintiendo un futbolista y me siguen llamando para irme a jugar en equipos importantes, pero antes de irme tengo que pensar muchas cosas como en mis hijos, y en mi compromiso con Capurro, Ameghino y yo soy de palabra”, aseguró.
“Yo trato de no pensar en lo que dejé y sí en lo que hoy tengo”, confesó.
Sin embargo, levantarse a la mañana en invierno, con frío para ir a trabajar, a veces se torna difícil, pero Cabrera lo toma con humor y al mismo tiempo con mucha responsabilidad.
“Lloré mucho sin que nadie me viera, me costó mucho asimilarlo, lo digerí, delante de mis hijos nunca lo hice, tampoco de la gente, pero a veces es cruel la realidad”, admitió Cabrera con un llanto contenido.
Por otro lado, el ex capitán del seleccionado argentino de fútbol ganador de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, remarcó que su lucha también es con el “ego” y que nunca buscó ser más que nadie.
“El otro día me preguntaban en cuántos equipos fui el capitán, y no recordaba que lo fui en todos. Esas cosas no las tenía presente, no por hacerme mal o no pensar tanto, sino por el ego, ya que es una lucha constante que uno guarda, duerme y tranquiliza. A veces es como una bestia”, reconoció.
Cabrera relató cómo se viste en su trabajo y dijo que le costó adaptarse a los elementos de uso diario y a las normas de seguridad que cada empleado de la actividad petrolera tiene que cumplir.
“En invierno o cuando hace mucho frío uso dos pares de medias térmicas, jeans o joggins, remera, polera, y un buzo. Arriba el mameluco y los botines punta de acero. Al principio me pesaban los zapatos, la ropa, a eso le agrego el casco y las antiparras”, enumeró entre risas.
“Cuando empecé a trabajar fui al campo, con catorce grados bajo cero. Una nevada increíble y me pregunté qué hacía en ese lugar, esperaba que alguien pase por la ruta, me levante y me lleve a la ciudad”, contó el jugador del CAFA.
Cabrera confesó que lo mejor que le pasó fue vestir la camiseta del seleccionado argentino de fútbol y ganar la medalla de oro en Santo Domingo 2003.
“Nada va a igualar ese logro. Cuando me preguntan, se me viene un vagón de recuerdos imborrables, como el himno en el podio. Ponerse la camiseta de la selección no es para muchos, es para privilegiados, yo fui uno de ellos, representando a mi país, mi ciudad, mi familia y mis amigos, fue lo máximo”, rememoró.
Cabrera repasó su vida y siembra un camino de experiencias, amigos, vivencias y logros que ya no corren en el trayecto del petróleo. Él dice que “es duro, de a poco te vas acostumbrando, es un proceso interno”, pero “nada es comparado con el fútbol”.
Sin embargo, reconoció: “Gracias al petróleo le doy a mis hijos lo que necesitan. Lo único que me quedó pendiente es salir a la cancha con esos miles de hinchas y mis hijos acompañándome”.
“Sé que es duro llegar de trabajar 8 o 10 horas, para luego ir a una cancha. Antes concentraba, jugaba, hoy me rompo el alma para darle lo mejor a mis hijos”, afirmó emocionado.
“No sentí que fracasé porque eso habría sido no intentarlo nunca. Y mientras pueda lo seguiré intentando”, cerró Cabrera desde Comodoro Rivadavia, hoy alejado de los flashes y la exposición mediática.
Sábado 27 de octubre de 2012, 12:22