De local, el Verde puso la igualdad a los 47 del segundo tiempo en un partido sufrido. Ahora, el plantel espera una semana de trabajo y preparación para enfrentar dentro de una semana a Juventud, por primera vez en la categoría. El encuentro se jugará con público visitante en La Punta.
FUENTE: AGENCIA SAN LUIS
En el mediodía del domingo, cuando los rayos del sol pegan más fuerte en la primavera puntana, Estudiantes jugó en su cancha un partido sufrido que pudo empatar a los 47 del complemento. Volvió el karma de desperdiciar situaciones pero al final el local le quitó el triunfo seguro que Cipolletti de Río Negro se llevaba a su casa.
Tanto insistió Estudiantes que el empate (1 a 1) se le dio cuando se jugaban dos minutos suplementarios. El gol lo convirtió Mario Vallejo y desató la locura y el desahogo de los hinchas que retrasaron el almuerzo pero que se fueron celebrando un punto que tuvo el valor de una victoria.
Ni bien salió a la cancha, Estudiantes se metió en el arco visitante y creó las situaciones de gol más claras de los primeros 15 minutos. Pero un descuido en la defensa del Verde, a los 18, permitió que los visitantes se pusieran arriba con gol de Santiago Vergara, en la primera que tuvo para vencer a Valentín Brasca. Antes que terminaran los primeros 45, Gerardo Gómez se vio obligado a poner en la cancha a Vallejo por Emanuel Celiz, quien sufrió un fuerte golpe en la pierna izquierda.
En la segunda parte, Estudiantes volvió de los vestuarios con las mismas ganas de gol. Se mostró la experiencia de Omar Gallardo recuperando en el medio campo, la rapidez de Carlos Llamos y de Mario Vallejo y la lucha valiosa del paraguayo Roberto Moreira Aldana en la delantera. El punto débil, por momentos, fue la defensa y la excepción en la última línea fue Brasca, quien estuvo seguro a la hora de contener un par de remates claves.
“Sentimos el desgaste del horario, pero lo importante es que no perdimos. Ahora tenemos que pensar en el clásico y que esta vez jugaremos por los puntos. Esperamos poder dar una alegría a esta gente que nos acompaña y que seguro va a llenar el Estadio”, destacó Gallardo, el capitán del Verde, al final del encuentro.
Después del empate 1 a 1 y del festejo enloquecido adentro del campo de juego, no sólo la tribuna comenzó a palpitar la próxima fecha cuando por primera vez en la categoría Estudiantes enfrente a Juventud, sino también los jugadores y el cuerpo técnico. “Va a ser histórico. Todos vamos a querer ganar los tres puntos, pero más allá del resultado ojalá que todo se viva como una fiesta, sin problemas”, destacó el entrenador del equipo puntano.
Con el empate, el Albiverde alcanzó los 9 puntos en la tabla de posiciones y la próxima fecha, la 8° del Argentino “A”, la jugará de visitante en el Estadio Juan Gilbeto Funes. La novedad es que clásico se jugará con público visitante, según confirmó el presidente de la Liga Sanluiseña, Bartolomé Abdala.
Nota: Catalina Ysaguirre.
Fotos: Marcelo Lacerda..
El síndrome del final
En San Luis, Cipo tenía los 3 puntos en el bolsillo pero en la última pelota Madrid marcó en contra de su arco.
DIARIO RIO NEGRO
SAN LUIS (AC).- Sufrió otra vez el "síndrome de la última pelota". El tiempo expiraba y Cipolletti conquistaba tres puntos de oros afuera de su cancha después de mucho tiempo, pero cayó un centro, la pelota picó difícil y Manuel Madrid, en su afán de rechazarla no hizo más que mandarla a la red. Corrían 47 minutos del segundo tiempo. Por eso el 1-1 que hubiese firmando cualquiera en la previa al partido ante Estudiantes de esta ciudad terminó siendo un resultado amargo.
El resultado fue justo por lo que sucedió en el terreno de juego, pero la amargura fue cipoleña y el festejo para los locales. La realidad es que Estudiantes buscó la victoria por todas las vías: lo hizo por arriba, y apareció Guillermo Ferreyra; lo hizo por abajo, y también se lo impidió Willy. El arquero y Bruno Weisser fueron las grandes figuras de un cotejo que se jugó al mediodía y que determinó la culminación de una racha negativa de Cipolletti sin cosecha de visitante (perdió los primeros 4 juegos en esa condición).Se vieron dos partidos en uno. El PT fue todo de los puntanos, que generaron una decena de situaciones de peligro y que se encontraron con la gigantesca tarea de Ferreyra, quien al menos tapó cuatro pelotas de gol. La primera fue cuando apenas iban 5 minutos, Madrid cometió una grave falla en la salida y Willy estuvo enorme en un mano a mano con Nicolás Gatto, que unos minutos después desperdició otra chance.
El Albinegro no encontraba juego, no había movilidad y sólo Weisser se rebelaba con entusiasmo y fútbol. Y justamente por su "culpa" llegó la apertura del marcador. Es que a los 17' Pikachu bajó casi hasta la mitad de la cancha, levantó la cabeza y metió una genial pelota de gol para Santiago Vergara, que imparable en velocidad encaró al arquero Valentín Brasca y puso el 1-0.No había justicia en el marcador, pero sí algarabía albinegra. Entonces sucedió lo lógico: Estudiantes se jugó en busca del empate y Cipo lo esperó para liquidarlo. Weisser estaba "picante" y Matías Urbano acompañaba, por lo que había buenos augurios. Entonces hubo golpe por golpe: Ferreyra se tornó imbatible ante Gatto y Cía., y en el otro arco Brasca le ganó un mano a mano a Urbano y Manolo Berra casi convierto su gol.
En el complemento se vio una mejor versión de Cipolletti. Es cierto, se replegó, pero defendió con mayor orden y tuvo profundidad de contra, porque Weisser siguió en gran nivel y se despertó Santiago Vergara, de muy buen segundo tiempo.Claro, los primeros minutos del ST fueron con algo de zozobra, porque a los 30 segundos fallaron casi todos los defensores visitantes y no hubo igualdad de milagro. En ese ida y vuelta, el albinegro tuvo una clarísima a los 12, cuando Urbano se suspendió en el aire, habilitó a Weisser de cabeza y el tiro del "11" dio en el palo. La respuesta llegó unos segundos después con un "penal" de pelota en movimiento que encontró cara a cara a Llamos y Ferreyra, con victoria para el "1".
Vergara y Weisser los corrían a todos, exigían, buscaban desnivelar. Cipo se defendía pero ya no sufría. El partido se iba y el objetivo estaba al alcance de la mano cuando descendió el último centro, igual que en Madryn 14 días atrás, y Madrid hizo lo que nadie podía: vender a Willy Ferreyra.