Cuando termine esta rueda uno sabrá finalmente si Ferro sumó otro punto en la noche de ayer o perdió dos, como es la sensación que nos dejó el marcador en blanco registrado anoche ante Jorge Newbery de Villa Mercedes, en el reinicio del Argentino “B”.

Para ese final mencionado no queda mucho, de allí que una victoria le habría asegurado el pasaje al “Verde” a la fase siguiente, además de estirar el margen que aún tiene en el liderazgo de la Zona 10.

Por ahí, si uno se pone a sacar cuentas finas y analizar posibilidades, la clasificación ferrocarrilera está dada, pero igualmente no le saca esa realidad, el gustito a bronca que quedó en los paladares verdes cuando Paolo Macchi marcó el final del partido.

Ferro no pudo con un rival que, como la mayoría de los que pisaron el “Coloso” vinieron a defender su arco más que a pensar en atacar el de enfrente. Mucho más, cuando sobre la media hora de juego se quedaron con un hombre menos por la roja directa que recibió Fioramonti, golpeando con el codo izquierdo el rostro de Guillermo López.

Antes y después de esa situación del partido donde el local pasó a tener un hombre más, Ferro siempre fue superior a su rival.

Le costó tener volumen de juego, ser preciso en el momento en que se deben terminar de armar los ataques. Pero, así y todo, el local siempre mereció más que este rival puntano que trató de no complicarse en el fondo y ver cuánto podía aguantar Gastón Leva en el ataque, cuando llegó a conectar algún balón, ayudado por Salvatierra.

Ferro mostró serenidad para salir jugando, un rápida toma de mando en esa media cancha por parte de Heber Pedernera, pero de ahí para arriba faltó esa precisión que exige un juego tan físico o el acierto de algún otro centro, como el que se había dado a los 5 minutos de iniciado el partido, cuando Hermida metió la pelota al aérea que cabeceó bien Ragusa pero las manos de Presedo la contuvieron en el inicio de un gran trabajo del arquero visitante que se extendió a lo largo del partido.

¿Ferro sintió el denominado “mal de ausencias”..?. Creemos que no, por ahí le faltó serenidad o precisión, que ya hemos mencionado antes. Pero eso puede tener que ver con el regreso a la actividad y la falta de partidos seguidos, más allá de que uno no puede desconocer la calidad de Mauri o la capacidad goleadora de Ramos, por mencionar los que ya no están y han sido importantes hasta fin del año pasado.

Ferro tuvo como datos positivos el despliegue, la capacidad para presionar que le permitió recuperar rápido alguna pelota, como la que robó Hermida sobre los 40’ de esa primera parte y el remate fue tapado por Presedo.

En el complemento hubo un largo pasaje, desde que arrancó esa etapa, que el partido se hizo muy impreciso, aburrido, todo a pedir de Newbery. Pero luego, el ingreso de Ortellado le dio otra velocidad y apertura a los ataques piquenses, sumado a la mayor movilidad de Vasilchik en el área y un protagonismo más significativo de Nico Hernández como hombre clave para armar esas ofensivas.

La visita decididamente se limitó a defenderse, lo que hizo que no se sienta en ese sentido el hombre de menos, ya que en ataque prácticamente no gravitó y las dos barreras (medio y fondo) estuvieron siempre bien cubiertas de jugadores aurinegros.

De esa forma el partido terminó bien cerca del arco visitante, donde la falta de puntería necesaria y también las intervenciones del arquero rival, hicieron que sea imposible quebrar este cero que, remarcamos, puede ser un punto valioso para el objetivo de Ferro o una gran oportunidad perdida de ganar en su cancha y ante la gente que cree en este equipo, que lamentablemente no fue mucha, ya que esperábamos un marco mayor de público al que finalmente se registró anoche en el estadio del barrio Talleres.